¿Los deportistas se piensan que somos idiotas?
Imagínate que trabajas en Adidas y las cosas no te acaban de salir como habías planeado. Y te llega una buena oferta de la competencia. Y acabas fichando por Nike. Imagina más. ¿Te imaginas colgándote de la fachada para abrazarte al swoosh? ¿O besándote la camiseta? ¿Y explicando que te creaste un perfil con identidad falsa para alabar a Nike mientras estabas en Adidas? ¿O que miraba los cromos de CR7 en la intimidad mientras en público llevabas las botas de Messi?
Trabajamos en empresas y no las amamos perdidamente (salvo honrosas excepciones). No hace falta que el primer día digamos que lo que hicimos anteriormente fue una basura y que nacimos para ese preciso instante. Aunque Fernando Alonso creo que no lo tiene tan claro… Desde que llegó a la Fórmula 1 lleva cinco cambios de escudería: Minardi, Renault, McLaren, Renault otra vez, Ferrari y McLaren de nuevo… En la presentación de McLaren sacó la nostálgica historia de un kart que construyó su padre: «El kart tenía los colores de una de las colaboraciones más legendarias de la historia de la Fórmula 1, McLaren-Honda, el coche que Ayrton pilotó, y el mismo conjunto del que ahora tengo el honor de formar parte para el próximo campeonato del mundo de Fórmula 1».
Me recuerda el triste y casposo episodio de Alfonso, cuando fichó por el Barça en 2000, con la melancólica historia del pin. Alfonso transpiraba madridismo por los cuatro costados, por mucho que nos vendiera la moto con sidecar que era del Barça (supongo que como Aznar con el catalán, en la más estricta intimidad…).
Valoramos a los deportistas por su personalidad, sus resultados, su ética. No por lo que dicen que soñaban de pequeños… Aunque se empeñen en pensarse que somos idiotas…
¿Te crees las historias de los deportistas el día de su presentación? ¿Tienen que amar el club o la escudería con la que fichan?
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