¿Público o privado?
El mes de julio es el mes del sol, esa bola inmensa abrasadora que nos las está haciendo pasar canutas en este primer mes de verano… Y es también el mes del Tour de Francia, la lucha que desde hace 112 años se libra por el preciado maillot amarillo. Múltiples batallas se disputan en las rampas imposibles de Alpes y Pirineos y muchas ilusiones acaban abrasadas por el asfalto. Un asfalto que se llevó por delante ayer al líder -Tony Martin- y que le condujo a la retirada.
Ese Tour, que lo deslumbra y eclipsa todo, ha empequeñecido hasta el tamaño de un guisante la idéntica suerte que ha seguido la doble campeona de España en el Giro de Italia femenino. Anna Sanchís no pudo acabar la tercera etapa y se fue a casa con la clavícula rota. Poco ha podido disfrutar de su recientes victorias en el campeonato nacional, tanto en modalidad contrarreloj como en ruta.
Pero hablando de enemigos, hay otros enemigos -a veces más duros y oscuros que el alquitrán- que se ciernen sobre el deporte profesional/amater. Profesional por la exigencia física y mental máxima. Amater por la falta de apoyo económico, que hace que tengan que hacer los deportistas malabarismos entre estudios, horas de entrenamientos y selección de carreras para no incurrir en demasiados gastos. De eso sabe mucho Anna Sanchís, una campeona cuyo padre le pagó el viaje para poder ir a competir… ¡¡¡Ánimo Anna!!!
¿El estado debe articular el apoyo económico a la élite del deporte? ¿O se tienen que buscar la vida con financiación privada?
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