¿El "no me apetece" pesa más que la "ilusión"?
En mayo de 2009 colgué las botas tras jugar 23 años al fútbol. Vi que había llegado el momento cuando me percaté claramente que mi único argumento para parar a los veloces chavales de 18 años era la falta, el agarrón y la patada. He amado el fútbol como el niño que nunca tiene suficiente y he vivido momentos emocionantes, surrealistas y divertidos (que serán tema de futuros posts).
Mi salida del club, Unió Esportiva Cèltic, coincidió con un ambiente bastante enrarecido entre la junta directiva (y a su vez fundadores, en 1965). Cuando pasas 14 años en una entidad deportiva conoces a mucha gente, trabas amistades para toda la vida y un día llega el final, que no siempre es feliz como en las películas…
Llegó la ocasión del reencuentro, para volver a vestirme de corto y despedir a David Jorques -que se retiraba tras una década en el Celtic. La verdad que me producía bastante urticaria tener que saludar y cruzar palabra con algunos directivos, pero por otro lado el reencuentro con mis ex-compañeros y la sorpresa que le habían preparado al capitán valía la pena. Lo puse en una balanza y la respuesta cayó por su propio peso…
¿Cuando abandonamos una empresa es mejor cortar por lo sano y cerrarlo todo en el baúl de los recuerdos? ¿O si surge la posibilidad de reencontrarnos con antiguos compañeros estamos dispuestos a tragarnos algún que otro sapo viendo a gente que no nos apetece tanto?
photo credit: El Bibliomata via photopin cc
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Hi ha gent que sempre val la pena… I un homenatge a algu apreciat sempre es motiu per empassar-se situacions incomodes o indesitjades. En una balança sempre ha de pesar el que es positiu!
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