• ivanferrer
• A 16/01/2018

No hay sensación más desagradable para un deportista que estar lesionado. Quedas básicamente fuera de la realidad, porque como tu gran pasión es el deporte y es parte esencial de tu vida, tu estado de ánimo queda muy tocado. Y cuando se repiten, te imbuyen en un sentimiento de angustia y desazón difícil de explicar, ya que no le ves el final al túnel. Y solo se ve el cielo cuando vuelves a jugar; y ahí no encuentras medias tintas ni consuelo…

Me tiré dos años de pura intermitencia, sufriendo múltiples pequeñas roturas musculares jugando al fútbol. En cuanto notaba el maldito “crick” -como el engranaje de un cubo de Rubik que se movía en el interior de algún músculo de mis piernas- la secuencia era siempre la misma: “mierda”, “cambio” y para la caseta… Llegué a estar tan desesperado que fui a una consulta privada en la que me diagnosticaron que tenía una cadera más alta que la otra y que eso me provocaba las lesiones, así que tendría que pasar por el quirófano…

Aparte de soplarme casi 15.000 pesetas por la visita, el médico me dejó contrariado: ¿si mi cadera estaba mal de serie cómo podía haber practicado deporte sin problemas desde los 6 años a los 25? El gran Simón, mi fisioterapeuta de entonces, me lo solucionó con un plan de estiramientos antes y después de cada entrenamiento y partido. Y dejó de llover, y se fue la tormenta, y volví a jugar…

Y en el momento más dulce de juego de la temporada, en el que de forma estelar el Barça consiguió destruir la estrella de la Muerte de Anoeta, el mosquito ni vuela ni pica. Dembélé, tras una vuelta fugaz se ha lesionado otra vez para unas semanas más. Mientras el equipo va hacia arriba él no consigue ni estar en la casilla de salida… Espero que no tarde dos años en salir del túnel; es muy largo y oscuro…

¿Te desesperas cuando reincides en las lesiones? ¿Qué haces para sentirte parte del equipo mientras estás fuera?

photo credit: Alexander.Hüls underground via photopin (license)