¿Tú entiendes algo? (hasta el infinito y más allá)
Existen leyendas urbanas que se transmiten de generación en generación. De las que todo el mundo habla y a las que nadie le ha pasado directamente. Algo que le sucedió, curiosamente, al sobrino de un conocido lejano tuyo, no vaya a ser que tires del hilo y se pueda sonrojar más de uno. Con los años, la historia se adapta a su tiempo, para dotarla de mayor realismo si cabe.
Hay una que se sitúa en la barra de un bar de copas, donde un Don Juan está tomándose el enésimo gintónic. La noche se estaba alargando más de la cuenta y las manecillas de la hora, los minutos y los segundos se le fundieron, produciendo geroglíficos indescifrables. Lo único que tenía claro es que debía de ser muy taaaaardeeeeeeeeeeeee… Entabló conversación con un desconocido en plan parchís (que de cada una que se había comido contaba veinte…). Por las batallitas que explicaba, su vida parecía poco menos que un interminable harén que le suplicaba estar con él, porqué era lo más de lo más. Pero la realidad es que la noche se acababa y estaba más solo que la una. Él no era de esos que dicen que «mejor solo que mal acompañado». Creía firmemente en el «más vale malo conocido que bueno por conocer».
Y fijó lo poco que le quedaba de vista en una camarera nada espectacular, pero que tenía su gracia. Una vieja conocida a la que había atizado verbalmente y menospreciado en público. Pero ya era casi la hora de cerrar el garito y la sola imagen de volver a casa solo, le representaba un hondo e interminable sudor frío… Así que se dejó en la barra su disfraz de fantasma y tiró la caña a un pez que sabía iba a picar…
Cambia el Don Juan por la directiva del Barça y ya tienes la vergonzosa renovación del contrato de patrocinio con Qatar…
¿Sabes negociar? ¿O solo eres un fanfarrón profesional?
photo credit: Fiestas de la Paloma via photopin (license)
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