¿Lloras cuando te comparas con los demás?
Desde pequeños crecemos inmersos en el mundo de la comparación. Ese elemento relativo nos sirve para ubicarnos, pero en algunas ocasiones nos saca de quicio. Quién vive en la constante comparación con los demás se encuentra envuelto en una estresante tensión, un sinvivir de consecuencias difícilmente calculables. Y cuando decides olvidar tu referencia respecto a otros, no te preocupes: otros lo harán por ti para recordártelo.
Kipchoge y yo corremos, los dos hemos participado en maratones; pero la mera hipótesis de la comparación entre ambos me da la risa floja… Si comparo mis 3:59:31 con los 2:00:25 del keniata, hay para pegarse un tiro. Pero cada uno hemos tenido unas condiciones físicas, unos intereses y una trayectoria vital única que nos han llevado a esas marcas. Recuerdo con una emoción inmensa el momento en el que vi que podía bajar de las 4 horas, en los últimos 200 metros de carrera… Para mí fue un tiempazo.
Entonces, si tiras de cutre comparación estadística, te puede parecer que la cumbre de Ferran Latorre -la última muesca para hacer el pleno de ochomiles- es muy poca cosa. Pobrísimo balance comparado con los dos ascensos al Everest de Kilian Jornet, en tan solo seis días (y sin asistencia ni oxígeno). Latorre acabó una carrera de fondo que ha durado 18 años, desde su primer “grande” en 1999. Jornet se lanzó a buscar nuevos estímulos -escalando a toda velocidad colosos al alcance de unos pocos elegidos- después de ganarlo absolutamente todo corriendo…
En resumidas cuentas, que si me comparo con Kipchoge cuelgo las zapatillas hoy mismo…
¿Te estás comparando constantemente con los demás? ¿O solo te preocupas de disfrutar de tus metas?
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