¿Hay lugar para el altruismo en el deporte?
La deportividad es un elemento que está muy de moda a nivel teórico y de discurso, pero poco implementado en la práctica. Y como el movimiento se demuestra andando, se tiene que cimentar a baje de ejemplos. Situaciones reales que nos evidencien que hay algo más allá de los resultados, del salir victorioso, del derrotar al oponente, del pisar el cajón marcado con el número 1…
Te elevas a un nuevo, desconocido y sorprendente nivel cuando emprendes una expedición a contrarreloj y en condiciones extremas para salvar compañeros de otras cordadas. Ya no se trata de llegar a la cumbre, consiste en salvar vidas que están semiapagadas; apalancado en tus habilidades técnicas de escalada. Solo así se entiende que cuatro himalayistas cogieran un helicóptero desde el campo base del K2 rumbo a los pies del Nanga Parbat, en el que había dos montañeros atrapados.
Me avergüenzo que, como sociedad, lloramos de alegría y organizamos fastuosos desfiles cuando nuestros deportistas ganan títulos olímpicos y mundiales y no pensemos ahora en erigir un monumento dedicado a Piotr Tomala, Jarek Bator, Dennis Urubko y Adam Bielecki. Aunque seguro que ellos, sobrados de solidaridad, valentía y altruismo, no lo querrían…
¿Pones es riesgo tus resultados deportivos por ética? ¿O lo primero es ganar y después ya veremos?
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