¿Le echas a la hamburguesa un poco de running?
Las tradiciones están para seguirlas y mantenerlas. Pero no se deben estancar en el tiempo, tienen que pasar por un proceso de innovación para que no convertirse en insulsas y aburridas. Desde hace unos años que no falto a mi cita el día 31 (salvo contratiempo físico de última hora) para correr los 10 kilómetros de la Cursa del Nassos. Dependiendo de la edición he ido cambiando de compañeros de viaje; pero en las dos últimas mi colega de fatigas ha sido Manolo.
Desde 2018 despedimos el último día del año con una comida juntos (durante la cual arreglamos juntos el mundo). Manolo se pidió una hamburguesa con queso de cabra y cebolla caramelizada; ante la que no pude resistirme. Acompañamos el torpedo de ágape con unas bravas, para dar un efecto de fuegos artificiales. Cerramos en encuentro con una larga sobremesa en el Dunkin Coffee, en el que caí de cuatro patas, pidiendo un bollo relleno de cacao.
Mi estado pésimo de forma -hace un mes y medio que no hago deporte- y la bomba de relojería que llevaba en el estómago suponían un cóctel explosivo que jugaba en mi contra para acabar la carrera. Pude completar la prueba dignamente, por debajo de la hora y 5 minutos, gracias a Manolo que me iba marcando el ritmo…
Nunca más volveré a correr en estas condiciones, aunque la hamburguesa y el bollo no los perdonaré tampoco en 2020…
¿Haces deporte pasado de forma? ¿O solo compites cuando eres consciente que darás la talla?
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