• ivanferrer
• A 22/10/2013

Con la ilusión de un juvenil a punto de debutar en el primer equipo se mostró Carles Puyol ante su último y más difícil reto: volver a jugar. 7 meses, 220 días sin poder hacer lo que más le gusta en esta vida; el fútbol. Durante ésta última travesía del desierto llegó a plantearse la retirada deportiva. Pero al final ganó su lado batallador y combativo. Y aquí está, dando guerra de nuevo a sus 35 años.

Pero antes de volver a oler el cesped vivió la soledad de ver los partidos desde casa o el palco, el sufrimiento de eternas sesiones de recuperación, las dudas de si la rodilla aguantaría el deporte de élite, el apoyo de su más allegados en sus momentos más bajos, el apartar pensamientos negativos que pusieran punto y final a su exitosa carrera. Se te viene el mundo encima cuando una lesión te aparta de la dinámica de los entrenamientos, de la tensión de los partidos, de la relación con los compañeros. Estás pero no estás, es lo que llaman coloquialmente «no sentirse futbolista» (es un sentimiento que incluso he percibido como jugador amateur). El azulgrana, con tesón y pasión ha vencido sus fantasmas y ha vuelto.

Actualmente hay 4,7 millones de españoles que ven la vida desde la grada, sin poder sentirse futbolistas. Expulsados de unos clubes en los que en los últimos años ha sobrado mucha gente. Hay quien lleva mucho más de 220 días, algunos empiezan a perder la esperanza de poder volver a jugar…

¿Puede un país permitirse el lujo de tener a 4,7 millones de jugadores en la grada? ¿Tienen los parados medios para acabar con su inactividad y volver al terreno de juego? ¿Y si no hay salida en el mundo del fútbol, podemos acabar ganándonos la vida nadando, jugando a baloncesto o practicando tiro al arco? ¿Se acaba el mundo en el deporte laboral que hemos practicado siempre? ¿O podemos reinventarnos y volver a empezar?

photo credit: ChristinaEatsBrains via photopin cc