¿Y ahora qué?
Por fin encontró El Dorado, ese tesoro que con tanto ahínco y desesperación llevaba buscando desde hacía doce años. Mucho picar piedra, muchas decepciones, infinidad de millones invertidos. Por fin Florentino tiene la Décima, ese trozo de metal con dos orejas inmensas a lo Dumbo, la copa con la que soñaban los madridistas de todo el planeta.
Pero la sudaron, vaya si les costó conseguirla… En la grada se desesperaba Xabi Alonso como un niño a punto de perder su juguete favorito. Gesticulaba y pataleaba con sus compañeros. Y resopló, como un caballo después de correr el Grand National, al ver cómo Ramos salía al rescate y empataba en el último suspiro… Y en el gol de Bale, que medio mataba a su rival, utilizó sus dotes de Plastic Man y se presentó en un instante en el césped y celebró el 2-1 como uno más.
Pero aunque hizo de hombre invisible casi todo el encuentro, apareció en el último instante Hulk, sumándose a la fiesta y mostrando al respetable que él se prepara a conciencia, cada día, en el gimnasio, para estar al 100%. Lo quieras o no, así es Cristiano Ronaldo.
Campeones como Casillas cierran un círculo perfecto en el Real Madrid, otros como Ramos dicen que se pueden morir tranquilos, algunos como Varane llegan a la cúspide con solo 21 años y el presidente ya duerme por las noches. Han llegado a lo más alto, pero cuando haces cumbre en el Everest te queda una sensación de que has conseguido algo grande y mítico y después viene un vacío que se tiene que volver a llenar… Y si no que se lo pregunten a Felix Baumgartner, tras saltar desde 39km de altura sin más ayuda que su traje de astronauta y un paracaídas…
¿Cómo llenas el vacío tras conseguir lo que habías perseguido media vida?
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