¿Vaya locura? Cap. 1
Miro el dorsal. Lo veo desgastado, rasgado, apergaminado… Está borrado como si le hubieran aplicado una fulgurante pátina de 20 años. Lo huelo y entiendo a la perfección la frase hecha de «aquí huele a perros». Ha hecho un servicio de 85,5 kilómetros en casi 15 horas, pero acabó hecho trizas, lo dio todo.
Así me sentí yo, tras 80 kilómetros a mis espaldas subiendo el coloso de Montserrat. Fundido, pero con la determinación de llegar cuanto antes. Aquella cuesta no se acababa nunca, y me quedé encima sin agua a media subida… Tras los primeros 46,5 km, en el tercer avituallamiento, empecé a echar de calculadora y creí que si podía mantener el ritmo y las piernas me respetaban bajaría de las 15 horas. Dos objetivos: primero se trataba de acabar y a medida que me acercara a meta ya evaluaría. Y ahí me di cuenta que no lo conseguiría. La escaleras infinitas e irregulares hasta el monasterio estaban acabando con mis últimas gotas de energía. Cada vez que veía otro tramo de subida me cagaba en todo, aquella montaña parecía infinita, dispuesta a no dejar que la coronara.
Y al fin llegué a un tramo de escaleras más accesible y un letrero en el que vi la luz: «Monasterio 10 minutos». Por una vez en la vida mi GPS jugó a mi favor. Me quejo amargamente cuando en la carreras siempre me acaba marcando más distancia que la de la prueba. Pero en mi travesía más larga y dura me acabó regalando 620 metros para llegar a meta y bajar de las 15 horas.
Eso sí, hecho trizas, oliendo a perros, desgastado, rasgado, borrado y apergaminado… Como mi dorsal 2540.
¿Cómo te sientes después de materializar una locura?
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¡Felicidades Iván! ¿Y cuál será la próxima locura?
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Enhorabuena iván, eres una máquina!!! oye, por que no publicas un post para ver cómo nos podemos iniciar los simples runners en aventuras de este tipo? referencias, etc. Acojonante, me encanta¡ tengo que probarlo. Un fuerte abrazo, Carlos
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