¿Cómo llevas el día después?

Cuando te entrenas para una carrera (da igual la distancia) sueles estar enfocado en los tiempos, la atracción de superarse a uno mismo. Con el tiempo te planteas si ir más rápido o más lejos. Y la experiencia te va enseñando, a base de sensaciones corporales, lo importante que es el día después. Porqué, sin llegar al dramatismo del alpinismo, tan importante es hacer cima como volver al campo base… Está muy bien recibir tu trofeo de finisher y conseguir el tiempo que perseguías; pero si eso es a costa de estar diez días andando como Pinocho hay que valorarlo seriamente… Una carrera se mide también por el día después.
Este año bajé una hora respecto a 2014 (aunque la carrera ha sido 4 kilómetros más corta que la anterior). Muy satisfecho de finalizar la Matagalls-Montserrat otra vez. Pero más contento de cómo he acabado. Con dolor en los pies, pero sin ninguna llaga ni rozadura. Cansado y con agujetas en espalda, hombros y piernas, pero sin rastro de la sensación de aturdimiento y resaca que tuve el año pasado.
Tal vez puede ser aquello de «quien no se consuela es porque no quiere». Pero he experimentado una nueva dimensión tras la carrera, la recuperación. Algo que no sale en los registros de carrera, ni en los muros de facebook, ni en la batería de anecdotarios que llevas para compartir en reuniones de enfermos por el deporte y las carreras… Pero ayuda bastante para levantarte con un mínimo de energía el día después.
¿Dirimes una lucha suicida contra el crono? ¿O piensas que tras la carrera hay un mañana?
photo credit: Groundhog Day – beginning to end via photopin (license)
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