¿Usas el deporte para olvidar?
El fútbol es muy ciclotímico. Este transtorno bipolar se acentúa a medida que el equipo es más grande y mediático. Son 90 minutos de juego, pero que se extienden mucho más allá. Una derrota te sume en la oscuridad, te lleva a la depresión. Pero seguida de una victoria se convierte mágicamente en euforia, en una realidad explosiva y expansiva multicolor que lo inunda todo. No hay recorrido, no hay memoria. Solo manda el último resultado. El equilibrio, el punto medio, se ha desterrado del deporte rey… Parece que jugamos a todo o nada… Como decía Bill Shankly es lo más de lo más: «Algunos creen que el fútbol es solo una cuestión de vida o muerte, pero es algo mucho más importante que eso».
Pero realmente hay cosas más importante que la famosa pelotita. Situaciones que pasan fuera del terreno de juego que dejan el deporte como una mera tontería. La semana más apasionante, radiante y feliz del Bournemouth -que por primera vez juega en la primera división inglesa-, se tiñió de tristeza y emoción. Ganó a domicilio al actual campeón, el Chelsea y solo nueve días más tarde pasó por encima de un clásico, el Manchester United. Se tiñió de emoción y tristeza porqué entre esos dos encuentros, Harry Arter perdió a su hija durante el parto.
Dudó mucho su entrenador a la hora de alinearlo contra el United, pero tras una conversación con el jugador acabaron las dudas. Arter aguantó 84 minutos, hasta que una tarjeta amarilla le hizo explotar. El técnico le cambió y se fundieron en un abrazo. Durante casi 90 minutos Arter jugó no para ganar, sino para sobrellevar el momento más doloroso de su vida…
¿Los palos más gordos los afrontas desapareciendo de escena? ¿O prefieres volver a la normalidad cuanto antes para sobrellevarlo mejor?
Publicar un comentario