• ivanferrer
• A 08/12/2016

El clásico… ¿Qué clásico? El empate del Madrid contra el Dortmund en Champions, la invitación del Barça al Chapecoense para el próximo Gamper, la extraña vuelta de Aleix Vidal, los 150 millones de CR7… Ya no queda nada del estado de letargo y silencio en el que se quedó el Nou Camp, conmigo dentro, tras el gol de Ramos en el último suspiro. Bajo mi punto de vista, partido malo de cojones, y el Barça jugando a no sé qué hasta que apareció Iniesta… Pero más allá del fútbol, de la emoción en directo por batirte el cobre con tu máximo rival, hoy hablaré de respeto.

Empezando por la predisposición del personal a llegar sobreexcitada para, a la mínima, hacer explotar la olla a presión que llevan cocinando horas, días o incluso semanas… Esa potencia sin control que da tanta pena en las gradas de los estadios y que hace que ni se me ocurra llevar a mis hijos a ver partidos de este calibre…

Continuando por la limpieza. Cuando te metes en un recinto, aunque esté a cielo abierto, con otras 100.000 personas, por el amor de dios, ves limpio y aseado. Desde que me senté en mi silla olí un desagradable hedor a cebolla pasada, síntoma inequívoco que había gente alérgica a la mezcla de agua y jabón. Suerte que llegó un momento en el que te fundes con el ambiente y tu nariz pierde sensibilidad por simple supervivencia…

Y acabando por el hecho que te importe un huevo el personal que hay a tu alrededor. Las gradas del campo te permiten tener visibilidad del campo sin problemas. Pero cuando el Barça atacaba en la portería del gol Sur, la que estaba más cercana a mi localidad, todo el mundo se levantaba, no sé para qué. Eso hace que cada vez que el equipo se aproxima con peligro al arco rival te tengas que levantar como un resorte si no te quieres perder la jugada.

Hablamos de respeto en el campo pero no somos capaces ni de tenerlo en las gradas. Vaya desastre…

¿Tienes en cuenta a los demás? ¿O lo principal y único eres tú?

photo credit: marujageek De-batiendo un crimen via photopin (license)