• ivanferrer
• A 28/07/2017

En el mundo actual, el del hámster que siempre corre hacia ninguna parte, todo tiene que funcionar a una velocidad de vértigo… Y dentro de los planes de esta sociedad, enferma de inmediatez, no entra la palabra “meditación”. Recuerdo que hasta que hice mi Master de Coaching nunca había reservado un espacio de tiempo para parar y escucharme. Centrarme en mi respiración, relajarme, observar que pasa con mi cuerpo y mente durante unos minutos y sencillamente sentir… Reconozco que en más de una ocasión me sentía tan bien que me he llegado a dormir…

La semana pasada, durante la comida de verano de la empresa salió el tema de la meditación. Alguien preguntó si lo practicamos: de siete personas solo dos lo afirmaron. Yo quedé en el bando del no. Pero pensándolo mejor creo que mi forma de meditar es correr. Ese lapso de tiempo en que estamos solos mi cuerpo, mis pensamientos y mi respiración. Y me vacío de todo. Ese lapso en el que me aparto tanto de la realidad del día a día que entro en una campana de irrealidad. A veces incluso salgo de mi cuerpo y siento como si flotara en medio de Collserola, cuando rompe el amanecer. Ese momento en el que todo está calmado (excepto si se te cruza algún jabalí por el camino) y en el que, aunque todo siga yendo a la velocidad de la luz, tú te has bajado del mundo para verlo desde fuera; como una pelota de plástico gigante manchada de tonos marrones, verdes y azules…

¿Te gusta meditar?

photo credit: _Hadock_ Quiet the mind and the Soul will speak via photopin (license)