Vuelta a la rutina (con la niña)
La temporada empezó con una inesperada incidencia. Anna se lesionó. Técnicamente tuvo un tirón sin llegar a sufrir una rotura muscular. Salió del entrenamiento un martes coja, diciendo que le dolía la pierna. Lo que parecía un golpe inicial, acabó siendo algo más serio, ya que se acabó perdiendo el resto de entrenamientos de la semana y el torneo del fin de semana.
Esa semana comprobé que ama el deporte y a su equipo infinitamente. La he visto llorar, presa de la tristeza, por no poder entrenar ni jugar con sus compañeras. El sábado pasado la llevé a que pasara el día con el equipo (jugaban tres partidos, dos por la mañana y uno por la tarde); Anna tenía ganas de estar con ellas aunque fuera solo desde el banquillo. Se despertó a las seis de la mañana y a las ocho ya estábamos delante del pabellón tomando un café con leche. Da igual si juega o no, el gusanillo del baloncesto la tiene alerta el día de partido…
Se me encogió el corazón cuando tras el encuentro de la tarde, cojeando aún, me pidió que quería jugar el partido del domingo. Yo soy un fan del deporte y sé que la peor sensación es la que experimentas cuando quieres y no puedes, y le echas imaginación e ilusión para intentar llegar dónde los límites físicos no te permiten…
¿Tras una lesión intentas volver cuanto antes? ¿O esperas con paciencia a recuperarte del todo?
photo credit: Cícero R. C. Omena Não tem graça! via photopin (license)
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