Conclusiones desde la grada (desenlace de Sant Jordi)
Los dos volcanes
Sostiene la leyenda que dos hermanas, Timil y Kramar, retaron al Dios Sol. Creían que su futuro no tenía límites, así que no necesitaban la tutela de nadie, por poderoso que se mostrara. Por esa osadía, fueron desterradas a un valle oscuro y yermo, convertidas en dos majestuosos volcanes. Para que no repitieran su afrenta, el Sol tuvo la idea de separarlas y enviarlas a extremos opuestos, para que nunca más volvieran a hablar entre sí ni pudieran poner en entredicho su poder omnipresente.
Tras siglos de soledad, diversos grupos, atraídos por el agradable microclima creado por los ambos volcanes en estado latente, se establecieron allí. Tras unos meses de difícil adaptación consiguieron vivir en paz y armonía todos juntos. Los guerreros cuidaban los posibles ataques a la comunidad; los agricultores se preocupaban de labrar la tierra; los cazadores realizaban expediciones fuera del valle para conseguir alimentos; los arquitectos construyeron la casas más eficientes para consumir la mínima energía posible; los maestros velaban por la educación de los más pequeños; los filósofos cuestionaban las directrices del poblado y generaban interesantes debates sobre el presente y el futuro de la comunidad; los artesanos creaban las herramientas óptimas para hacer la vida más fácil; los magos jugaban con la alquimia buscando nuevos elementos y divirtiendo al personal con sus trucos en las festividades más señaladas y los sacerdotes llevaban ofrendas florales a Timil y Kramar, para que mantuvieran la temperatura y fertilidad del valle, sin desatar su ira hacia el Dios Sol.
Nadie sabe aún por qué pero una noche, aprovechando que el Sol estaba descansando, Timil y Kramar intentaron deponer por sorpresa al Astro Rey, rompiendo el equilibrio que durante décadas reinaba en la comunidad. Intentando recuperar el trono que creían suyo, empezaron a escupir lava, demostrando su dominio. Todos, absolutamente todos, tuvieron que abandonar de forma apresurada el lugar, bajo una lluvia de rocas incandescentes, solo guiados por la luz de la luna. Tanta fuerza emplearon en su tarea los dos volcanes que convirtieron el valle en un espacio triste, yermo y desolado… Se acabaron saliendo con la suya y fueron proclamadas Reinas… de un poblado presidido por la nada.
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