¿A la cuarta acabarás vencido?
La edad icónica de 33 años, en la que Jesús abandonó la vida terrenal para convertirse en leyenda del cristianismo, parece para Neymar la antesala de la jubilación más que una resurrección épica al estilo ave fénix. El brasileño no se ha caracterizado, precisamente, por honrar el lema de la bandera de su país: ni orden ni progreso. Primero fue su sonada salida del Barça para quitarle el testigo de mejor jugador del mundo a Messi. Después, acabó marchándose del PSG por la puerta de atrás para acabar abrazando con pasión los petrodólares en las pachangas descafeinadas de Arabia.
Y tras un pobre bagaje, 11 años después vuelve al club de sus orígenes (Santos) para concluir el círculo. Pero más que cerrarlo, parece que va directo a romperlo, a tenor de sus dos primeras actuaciones, a años luz de lo que se esperaba de él (teniendo en cuenta su cartel de hijo pródigo). Una mejor preparación física y psicológica ha alargado la carrera de jugadores como Robert Lewandowski que, con 36 años, sigue en la élite del fútbol. Pero no es el caso de Neymar, a lo largo de su carrera más pendiente de hacerse un hueco para ir al carnaval que de otra cosa…
Cuando eres joven todo se aguanta. Pero cuando has tapado con un talento descomunal tu falta de compromiso y poca constancia, la vejez te pasa doble factura. Y todo parece indicar que este cuarto cambio de aires seguirá demostrando la decadencia física de un jugador que ha acabado siendo una caricatura de lo que podría haber sido…
¿Aún estás a tiempo de mejorar? ¿O si la tendencia es sosteniblemente negativa ya no hay quien la levante?
Imagen de Наталия Когут en Pixabay
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