¿Hay que buscar el récord hasta el infinito?
Más rápido, más lejos… y en menos tiempo. Parece que hasta en los récords nos hemos abonado a la filosofía de llevar a cabo proyectos empaquetados, comprimidos, realizados y publicados a velocidad de vértigo. Verdeliss consiguió, hace menos de un mes, completar siete maratones en solo una semana y en siete continentes diferentes. Esta hazaña se enmarca en el World Marathon Challenge (cuya edición de 2025 ganó en categoría femenina), una competición que tiene un altísimo precio de entrada (45.000€ de inscripción; incluyendo vuelos chárter entre continentes y apoyo logístico).
Valentín San Juan ha hecho el más difícil todavía y se ha sacado de la manga la versión mochilera de tan glamurosa gesta pretérita. Del siete pasó al cinco en número de maratones, días y continentes. Equipado con una mochila, iba a contrarreloj contra los 210.975 metros a recorrer y las escalas aéreas para no perder un avión que hubiera sido fatídico para poder cumplir con su objetivo.
Brecha en la cabeza incluida en Hawai, el influencer ultrafondista completó su reto y lo celebró a los pies del Arco del Triunfo en Barcelona. En ambos casos hay una meta solidaria detrás de la deportiva. Pero parece que ya no es suficiente con récords en los que prima el esfuerzo extremo y el reto extraordinario; hay que hacerlo, además, como si fueras un cohete. Y además hay que triturarlos, uno tras otro, como un agujero negro que lo absorbe todos y que no tiene memoria…
¿Nunca pararemos de buscar el límite? ¿O hay que saber decir «basta»?
Imagen de Gisela Merkuur en Pixabay
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