¿Eres negocio puro y duro?

Estamos viviendo una segunda vuelta de tuerca, en plan industrial, a la mercantilización del deporte rey.
El capítulo uno fue retorcido, incrustando el Mundial 2022 justo antes de Navidad, ante la imposibilidad de jugar partidos en verano, en medio de un calor extremo en Catar (eso no se sabía, de ninguna manera, cuando se adjudicó el mundial al estado árabe… Como también se pasó por alto su baja tolerancia a los derechos humanos y laborales). Pero como en el fútbol no hay política, se pasaron estos tres elementos por una zona indeterminada entre el arco del triunfo y el perineo para dinamitar las competiciones domésticas y ponerlas al servicio de este evento global.
El capítulo segundo (Mundial de clubes) ya entra en el de mamarrachada deportiva. Plegados a los 929 millones que se van a repartir entre los 32 participantes, poco importa que la temporada acabara hace solo dos semanas (uno ya no sabe si es postemporada o pretemporada) y que los jugadores estén ultrafundidos.
En los cuatro días de competición ya se ha visto un partido de solteros contra casados, un encuentro estilo sartén (a las 12, hora local, casi llegan al punto de ebullición) y dos 0-0. Por mucho que reluzca el lazo de este novedoso regalo balompédico y el dinero como cebo dorado para atraer a los clubes, parece que lo que menos interesa es la calidad del fútbol que allí se despliegue ni la salud de los deportistas…
¿Primero el dinero y después el deporte?
Imagen de 3D Animation Production Company en Pixabay
Publicar un comentario