¿El fútbol educa?

He jugado al fútbol de los 6 a los 33 años. Era bastante justito técnicamente, así que lo suplía con ilusión, ganas y constancia. Al empezar la temporada siempre éramos 25 tíos en el vestuario, nos cambiábamos como sardinas en lata. Pero cuando venía el señor frío en noviembre teníamos más espacio que en los vestuarios de primera. He vivido momentos increíbles (marcar un gol en el minuto 94 del último partido de liga, que nos llevó a jugar una promoción de ascenso a segunda regional), he conocido a mucha gente y conservo algunos buenos amigos. Lo he amado con locura practicándolo y viéndolo. Durante muchas temporadas no me perdía ningún partido en el Camp Nou y he visto al Barça ganar dos Champions en directo.
Pero ahora me da vergüenza. Un deporte que debe la cifra astronómica a Hacienda de casi 480 millones de € (preguntadle a cualquier autónomo que no cumpla religiosamente con sus obligaciones y os explicará como le envían una patrulla de los GEOS y un helicóptero por si quiere escaparse por el tejado). Aficionados que se pegan mutuamente, muertos en reyertas en estadios, sujetos que agreden sin balón, otros que muerden a lo Drácula. Entrenadores que se zarandean. Sale Casillas explicando a Iñaki Gabilondo que llamó a Xavi para decirle que no eran un ejemplo para los niños. En eso le doy la razón. La verdad que no lo son como deporte en su conjunto.
Cómo le explico yo a mi hija que debe tratar a los demás con respeto cuando en el campo del Barça puedes aprender un glosario de insultos, con todas sus variantes e intensidades, en solo 90 minutos…
¿El fútbol es un ejemplo para los niños? ¿O es el peor ejemplo de todos?
photo credit: Marie Berne via photopin cc
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¿De verdad te estás planteando esto?. Aficionados que se pegan, muerte en los estadios, jugadores «sucios». Los problemas que enumeras son los mismos de siempre, quizás me suenan más por venir de otro país. Mi pregunta sería, ¿desde cuándo el fútbol es otro cosa además de fanatismo?, la antítesis del deporte. Obviamente estoy hablando a nivel profesional y no de diez amigos que se juntan a patear una pelota.
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Nunca fue mi deporte favorito, quizás por lo tosco que soy jugando (aunque soy malo en otros que sí me gustan). Pensando en algunos «ídolos» de masas se entiende que sea popular porque es quizás la única salida de la pobreza que tiene algunas personas en países en vías de desarrollo. Pero en mi opinión, no, no muestra ningún valor que quiera trasmitirle a mi hijo.
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