¿Tus padres pueden arruinarte?
El pasado sábado estaba en el pavellón Francesc Calvet, de Sant Joan Despí, viendo a mi hija jugar a baloncesto. La verdad que no parece que nos acerquemos al invierno. Las altas temperaturas y la cubierta de plástico -que convierte el pavellón en una auténtica sauna finlandesa a partir de mayo- ayudan.
El ambiente es festivo en la pista central, ya que en los más pequeños no se cuenta el tanteo y cada canasta (de cualquiera de los dos equipos) es una auténtica fiesta. Cuando acaba el primer partido del triangular amistoso, descansan hasta el tercer encuentro. En ese momento, centro mi atención en el partido que se celebra en el lado izquierdo, que ya está acabando. Juegan niñas de unos 10-11 años. Empezó muy reñida la contienda en los primeros instantes, pero poco a poco el equipo visitante se fue. Tanto que llegó a superar los 30 puntos de diferencia. En la pista, deportividad máxima, pero en la grada unos aficionados histéricos discuten y presionan gritando una decisión arbitral. Cero insultos, pero mucha indignación entre unos padres cuyas hijas ganaban de paliza.
Nos llenamos la boca de deporte y valores en los críos pero ¿qué pasa con sus progenitores? Menos mal que hay entidades como el CE Europa (equipo de tercera división de fútbol), que aplica un código de conducta a rajatabla, luchando por esos principios a ultranza. Deporte sí, pero con educación. Ha dado la baja a un jugador de categoría cadete, por el comportamiento deplorable de su padre en la grada.
Queremos mucho a nuestros hijos. Creemos muchas veces que tenemos a Lebron James o a Messi en casa. Con tanta desmesura en la grada sé qué nos pasa. Nos enorgullecemos de nuestros niños desde la banda; pero no sé si a veces esos mismos niños se querrían comprar un € de bosque y perderse en él…
¿Disfrutas del deportes como un espectador? ¿O no puedes soportar que alguien toque a tu niño o que un árbitro le perjudique?
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