¿La verdad está sobrevalorada?
En los grupos de amigos hay infinidad de tipologías de personas, que van conformando el carácter del grupo… La guapa, que atrae todas las miradas y los cuchicheos del personal… La bocazas, que no pierde oportunidad para evidenciar que es tonta… La conciliadora, que pierde litros de saliva y sudor para que la sangre no llegue al río… La despistada, que une mucho al colectivo para intentar recuperar gafas, DNI, móvil… La divertida, que lanza una chispa para cambiar el rumbo de la noche cuando el tema está muy soso y amuermado… Pero hay un sujeto difícil de catalogar que tiene dos características únicas y peligrosas a la vez: se ríe de los chistes dos horas más tarde y solo sabe decir la verdad. Tiene una sensibilidad peculiar, que a él le sirve pero al resto no lo sé…
Así es Mathieu, defensa del FC Barcelona. Está dentro de un equipo de élite, con sus virtudes (salario elevado, posibilidad de ganar todos los títulos, exposición mediática y reconocimiento mundial) y sus desgracias (no pueden dar un paso sin ser excrutados, examinados con lupa y juzgados). Pero parece que el tipo va por libre. El chiste de Messi y Luis Enrique -que tuvo mucha gracia sobretodo en Madrid- estuvo muy bien, pero ya pasó… El incidente que estuvo a punto de incendiar el planeta Barça ya es historia. Pero a Mathieu ahora le hace gracia y lo cuenta casi un mes después, con las aguas calmadas y la imagen futbolística del Barça restablecida.
¿Tiene sentido explicar una interioridad que puede afectar al grupo, tiempo más tarde? ¿O te sientes fatal si no explicas la verdad?
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