• ivanferrer
• A 06/05/2015

Soy un fan devoto del cine de terror de los 80. Viernes 13, Pesadilla en Elm Street, Halloween o Hellraiser están en mi videoteca. Sí, algunos especímenes raros aún tenemos películas en DVD guardadas como tesoros en estanterías cerradas -que, por cierto son un criadero de polvo. Realmente no sé bien bien qué me atraía de ese género. Supongo que los sobresaltos, el suspense, la estética, la lluvia, la oscuridad… Y ese monstruo que moría y volvía a levantarse una y otra vez como el Cinexin, el cine sin fin.

Y cuando parecía ya todo resuelto, había un giro inesperado. Una traca final que lo cambiaba todo, y te dejaba en coitus interruptus; con la miel en los labios a la espera de una nueva entrega… Y como una pequeña mentira sin importancia, el entorno de Pacquiao, ocultó una lesión del filipino en el hombro dos semanas antes del combate del siglo, que se hizo durante un entrenamiento. Ese pequeño detalle no hubiera tenido mayor importancia sin apuestas millonarias de por medio, sin pago por visión, sin reventa desorbitada. Y ese pequeño detalle ocultado ha sido el detonante de una denuncia ante la Corte Federal de Nevada. Dos asistentes al combate se sienten estafados y quieren compensación por ello.

Con todo el fiestón montado, tal vez ya no había marcha atrás. La situación de Pacquiao me recordó a esos novios, los protagonistas del evento, que son los que menos disfrutan del tinglado.

¿La transparencia debe ser total? ¿O existen pequeñas mentiras importancia?

photo credit: Pinocho (Feliz día del niño) via photopin (license)