¿Te lo imaginabas más grande?
En 1994 fui de viaje a Florencia y Roma con el instituto. El objetivo era empaparnos en directo de todos los monumentos de la infinita y eterna Italia. Así sería más fácil para el examen de selectividad, en lo referente a historia del arte. En el libro de texto había visto al David de Miguel Ángel, una de las visitas obligadas. Lo imaginaba bello, perfecto, a tamaño real. Ahí mi ignorancia jugó como efecto sorpresa amplificador. Cuando estuve delante de esa mole de más de 5 metros de altura y 5.572 kilos de peso, entendí lo que significaba el efecto wow…
En el caso del combate del siglo, fue el efecto contrario. Valió más la espera que el combate en sí. El evento, como maquinaria de generar ingresos y publicidad fue excelso. El problema es que casi todo el mundo se lo imaginó más grande. Fue un triste epílogo grabado en piedra para la posteridad. Myke Tyson twitteó directo al mentón con un lacónico «Esperamos 5 años para esto…»
Mayweather ganó a Pacquiao a los puntos, aunque fue muy criticado por su estilo reservón. Tal vez Rocky haya hecho demasiada mella en el gran público, que vemos un combate de uvas a peras, donde el espectáculo estaba servido. Todo iba encaminado, indefectiblemente, a un final apoteósico. El gran cohete multicolor hizo mucha luz pero al final un pequeño «puf». Una decepción. Nada que ver con el estremecedor final de la pelea entre Maravilla Martínez y Julio César Chávez Jr. en 2012. Sangre, extenuación, y 70 segundos finales para el recuerdo…
¿Pones demasiadas expectativas en que haya finales apoteósicos? ¿Las cosas son como son o te las imaginas más grandes?
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