¿Hay conspiraciones judeo-masónicas?
Recuerdo desde siempre, como una absurda tradición, mi anual cita con Eurovisión. Es algo tan desfasado que ha dado la vuelta al marcador y me ha hipnotizado sin poder resistirme. Teniendo en cuenta que dispongo de un gusto justito por la música, solo necesité ver el resumen de unos pocos segundos de cada canción para apostar por Suecia, Israel y Serbia. Vaticiné que España quedaría en la posición número 15 (y me quedé corto…). La verdad que yo he nacido para solo ver las puntuaciones, que se alargan más que un día sin pan. Este año pude llegar a la votación número 30 -me quedé a solo 10 del final- antes de quedarme frito en el sofá…
José María Iñigo me dejó desconcertado con comentarios, al llegar al ecuador de las puntuaciones, del estilo «esto se pone como se pone» o «todavía pueden pasar cosas aquí». Y esas frases de relleno (porqué otra cosa no, pero relleno en Eurovisión hay por un tubo…) me llevan a las indignadísimas quejas históricas sobre conspiraciones bálticas (en las que los países se votan entre sí por proximidad). Y para conspiración lo que viví el sábado en el Nou Camp. Fui con mi hija para celebrar el título de liga y despedir a Xavi. Esas dos cosas las hicimos, pero vaya tostonazo la segunda parte… El Barça se paseó por el campo, con un equipo repleto de suplentes (debutó Vermaelen y jugó hasta Douglas), dejando pasar los minutos. Y de paso le dio vida al Depor… y mató al Eibar, bajándolo a segunda.
Al Barça se le podría haber exigido el máximo para no adulterar la competición. Pero, por contra, en dos semanas disputará dos finales más y en el último partido de liga no se jugaba ni la honra…
¿Debes dar siempre el máximo por respeto a tus rivales? ¿O si ya has hecho los deberes te dan igual los daños colaterales?
photo credit: conspiracy bar via photopin (license)
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