¿Por la boca muere el pez?
En la era de la instantaneidad quedan pocos lugares donde esconderte. Y si eres un deportista famoso ya no tienes escapatoria. Tus movimientos caseros quedan al descubierto, monitorizados constantemente por paparazzis improvisados móvil en mano. Tus comentarios en redes sociales quedan registrados y guardados al segundo, esperando al peor momento posible para dejar tu imagen a la altura del betún. Tus palabras te persiguen, colgadas al cuello en forma de piedra mastodóntica. Detrás de ellas queda un surco enorme, grabado en la arena, que no lo puede borrar ni un tsunami…
Ese rastro infinito, tras una entrevista en un medio local, ha acabado con la retirada de Nike como sponsor de Manny Pacquiao. En su condición actual de político y boxeador venerado, el filipino se descolgó con una idea homófoba sosteniendo que «si aprobamos (el sexo de) hombres con hombres y mujeres con mujeres, eso significa que el hombre es peor que un animal». Es sabido que en un momento de calentón, de sinceridad o de reacción sin meditación previa, puedes meter los pies en el fango y hundirte hasta la frente. Pero lo que deberías tener en cuenta es que tal vez no vuelvas a arrimar ni la nariz en la superficie y te acabes ahogando.
Con tanto dinero que tienen, no acabo de entender que no dispongan de un asesor de imagen y comunicación -igual que tienen entrenador o mánager para cerrar combates y dirigir su carrera-; alguien que les guíe en las líneas rojas que no deberían cruzar, para no hacer saltar por los aires una carrera forjada a través de esfuerzo, privaciones y sacrificio. Y todo por abrir la boca como un pez…
¿Te da igual lo que piensen los demás? ¿Tus comentarios salidos de tono son inherentes a tu personalidad? ¿O como personalidad pública tienes que agradar a todo el mundo y ser muy neutro?
photo credit: stomias vs argyropelecus via photopin (license)
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