• ivanferrer
• A 04/04/2016

Este fin de semana, durante 90 minutos de fútbol (prolegómenos y descuento incluidos) en el Nou Camp, me surgieron un triunvirato de preguntas, todo mezclado como un espeso potaje en el que todo cabe:

¿Qué nos enseñaron en el cole de pequeños? Los jugadores dispuestos en el círculo central y preparados para rendir homenaje a Johan Cruyff. Todo el público en pie y el árbitro decreta el minuto de silencio… que solo pudo durar 30 segundos porque varios gilipollas aprovecharon el vacío para gritar «Visca el Barça» o «Viva España». Sinceramente, ya no sé hacia dónde vamos si no somos capaces de estar un minuto callados sin que el planeta entero sepa que eres un idiota.

¿Tan dramática es la derrota? La racha se acabó. Tras 39 partidos invicto -todo un mundo-, el Barça cayó en el clásico contra el Madrid. Al Barça, en la segunda parte, se le fundieron los plomos. El tridente de arriba se fue de pinchos y no jugaron, estuvieron ahí y punto. La derrota volvió meses después. Y ahora hay dudas. Un equipo elevado a los altares del deporte que cae un día y ya lo queremos quemar todo. ¿Castigarías a tu hijo dos años sin salir de casa por haber tirado una tarde Fanta al suelo? Pues no nos volvamos locos…

¿Qué pasa si la película no acaba como lo habías imaginado? Todo estaba preparado para culminar el homenaje a Cruyff con una victoria. Todo el mundo esperaba un festival de ataque. En el templo del fútbol del control y la posesión; ganó el músculo y la pegada. Casi el 70% de posesión azulgrana, pero cero puntos. Tres latigazos (aunque el de Bale fue anulado incomprensiblemente) que pusieron una guinda extraña para el adiós de quién amó el balón como nadie.

¿Te entregas totalmente al juego? ¿O te interesa además todo lo que le rodea?

photo credit: East End Street Art via photopin (license)