¿Aprendes de tus viacrucis?
Joel González exprimió hasta la cáscara de la naranja en la Olimpiada que unió los juegos de 2008 (que solo pudo ver como espectador) con los de 2102. En esos cuatro años se colgó cinco medallas de oro (dos en mundiales, dos en europeos y una en los Juegos de Londres). Fue la coronación salvaje de un sueño. Con 22 años llegó a una cima que no podía superar. Muy jóven para retirarse y todo un mundo por delante para compararse con el pasado.
Si de 2008 a 2012 fue una sucesión de espectaculares fuegos artificiales llenos de «ohhhhhhs», la Olimpiada de 2012 al 216 está siendo un viacrucis. Tras 14 meses parado (entre 2013 y 2014), por una rotura de ligamentos en la rodilla, en diciembre de 2015 volvió a lesionarse la rodilla izquierda. Pasa el trance con unas 5 ó 6 horas diarias en la camilla del fisioterapeuta. Celebra cada pequeño peldaño que asciende en la escalera de ilusión que le catapulte a los Juegos de Río. Su última gran victoria ha sido poder hacer todo un calentamiento con el grupo.
Se refugia en la estrategia del ajedrez para preparar sus futuros combates; una vez que la fuerza y la rapidez le han empezado a abandonar con la edad y las lesiones. Le queda un intenso y duro camino para llegar al 17 de agosto, fecha en la que la disciplina del taekwondo empezará su andadura en los Juegos Olímpicos. De este calvario ha aprendido a confiar en los demás. Y simplemente se lo toma como un ejercicio de superación personal. Joel solo busca, como un loco, la medalla de oro del tesón para competir y estar entre los grandes…
¿Qué has aprendido de tus momentos más dolorosos?
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