¿Te fundes tras la victoria?
Las victorias de élite deben elevar tu ego hasta límites insospechados. Sentirte el amo del mundo, después de verte en lo más alto del podio tiene que ser una sensación indescriptible. Hay quién explota de alegría y muestra una sonrisa que no le cabe en la cara. Existen los que rompen a llorar como niños, sobrepasados por la emoción. Otros descargan su rabia contenida con gestos de júbilo y gritos infinitos al viento. Algunos incluso parece que leviten, después de la paz que les ofrece el trabajo bien hecho.
En esos momentos, todas las calamidades, los sacrificios, la soledad, quedan aparcadas por la gloria de la victoria. Aunque hay algunos que ni se olvidan de la travesía por el desierto en tan mágico instante. Ese es Nico Rosberg. Acaba de proclamarse campeón del mundo de F1, tras una épica batalla a cuchillo, sostenida durante 21 grandes premios ante el gran Lewis Hamilton (el mejor segundo clasificado de la historia de la F1 con 10 victorias, una más que el alemán). Ese desgaste, culminó en una última carrera de infarto, en la que cualquier fallo hubiera alejado a Rosberg de su sueño. Esta fue la guinda final de un enorme pastel de presión. Solo cinco puntos de diferencia entre ganar o morir en la orilla.
Rosberg acabó fundido al bajarse del coche: “El fin de semana ha sido muy duro… …La presión fue enorme, y aún más en las últimas vueltas de la carrera. Lo pasé muy mal. Fue una locura, y creo que voy a necesitar algo de tiempo para recuperarme de tanta tensión”. Más que al podio, creo que el campeón solo tenía ganas de meterse en la cama y dormir sin despertador de por medio…
¿Tus objetivos te dejan fundido? ¿O cuando consigues lo que quieres te olvidas de todo?
photo credit: Rafael Edwards en el taller de Punta de Vacas via photopin (license)
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