Esto se acaba (pero de verdad) IV y final
Está siempre muy claro cómo empiezan la aventuras: con infinidad de ganas, optimismo (incluso a veces hasta inicias tu empresa crecido), grandes proyectos en la mente y un enorme listado de cosas por hacer. Pero lo realmente importante es lo que has conseguido a lo largo de todo ese camino. Para mí es como una gran caja de cartón, que se va llenando de experiencias y aprendizajes. Y cuando está todo el trabajo hecho, ya solo falta ponerle la tapa para que nada se escape y decorarlo con un un lazo. Muchas veces subestimamos este paso final y no le damos la importancia que merece. Y caemos en el grave error de disfrutar de una maravillosa comida, rematada con un postre desastroso.
En dos años Thais y Carlota enseñaron a nuestras niñas a jugar a baloncesto en equipo y a tirar sin miedo, aunque en múltiples ocasiones se han llevado tapones y los tiros han hecho agua. Y lo más importante, han hecho de su debilidad (la falta de centímetros) su seña de identidad: luchar cada balón como si fuera el último, sin importar el resultado ni el rival.
Y en el último acto, el guión no cambió. Jugaron siendo competitivas (jugando cada integrante del equipo al máximo de sus capacidades, al servicio del grupo). El día que el deporte de base (y el de élite) se enfoque a la competitividad y no a la victoria cambiarían muchas cosas, a mejor sin duda.
Y los padres bajamos a la pista y le pusimos un lazo para rematar la caja construida en los últimos 700 días. Un lazo en forma de manteo a Thais, en el círculo central; aunque para ser más inolvidable me hubiera gustado que hubieran estado las dos entrenadoras… Ya se sabe, no existe el regalo perfecto.
¿Trabajas el final para quedarte con un buen gusto de boca? ¿O mejor centrarte ya en un nuevo principio?
Publicar un comentario