• ivanferrer
• A 29/05/2018

Cuando las cosas van mal, en un club deportivo te queda poco más que el derecho al pataleo. Más si se trata, como en la mayoría de casos de clubes de élite, de Sociedades Anónimas Deportivas. Es una triste realidad pero, cada vez más, es prioritaria la economía por encima del aficionado. Si como fan te das cuenta que todo se está ejecutando como el culo, tus niveles de cabreo ascienden hasta caminos de no retorno… Y cuando ves que la situación se resume en que tu club va equipado solo con una bicicleta sin frenos, bajando por una serpenteante carretera que acaba abruptamente en un muro de piedra, pues le pides a la divinidad en quien más confíes que no derrape la bici en ninguna curva, que coja toda la velocidad posible y que se estampe contra el muro frontalmente. A ver si es posible que se desintegre para volver a empezar de nuevo, a empezar desde cero.

Por esta razón, mañana dejaré mi elástica azulgrana en el cajón y me tatuaré la bandera del país de los Pirineos, bien visible. Y animaré como un poseso al Morabanc Andorra para ver si, de una vez por todas, la sección de baloncesto del Barcelona oficializa su defunción. Me daría mucha paz que aceptara su más estrepitoso fracaso en lo que alcanza mi memoria de casi 42 años y empezara con un proyecto serio y a largo plazo. Me gustaría tener un mínimo de posibilidades de poder ver un partido del Barça de baloncesto por la tele con mi hija. Por el momento son nulas. De forma tajante, siempre tengo la misma respuesta: “Papa, es que son muy malos”. Y lo jodido es que tiene razón…

¿Llegas a tal punto que prefieres perder para que todo salga volando por los aires? ¿O mientras hay vida hay esperanza?

photo credit: Contando Estrelas La Batería J-4 de Silleiro tras el incendio de este domingo via photopin (license)