¿Bella o bestia?
Mi abuelo me explicaba historias de un fútbol pleistocénico, en el que el gol se buscaba de forma desesperada, sin reparar casi en la defensa. Y los balones, con el pitorro dispuesto hacia afuera, podían abrirle la cabeza al delantero que intentara marcar de un certero cabezazo. Era un fútbol en lo que importaba era meter un gol más que el contrario, nada más; sin especulación alguna Daba igual 5-4, que 7-3 u 8 a 6. Esta filosofía simboliza la esencia de este atrayente deporte: el gol.
Ahora ya no importa tanto hecho de marcar, que el balón bese la red. El favor supremo se lo lleva el triumfo. Dudo que algún aficionado de Boca o River no compre ganar la Copa Libertadores en la tanda de penalties, tras 210 tediosos minutos de 0-0. Así de triste es como se materializa en el fútbol de hoy la sentencia que «el triunfo es más importante que la belleza del juego». Puedes ganar infinidad de partidos 1-0 y 0-1, gracias a un fogonazo en ataque más el consiguiente adormecimiento del partido. O llevarte un mundial sin ganar un partido, con el autobús aparcado siempre delante del arco y un portero encomendado a la Virgen en cada lotería de penalties.
El juego tiende a aprovechar el error ajeno más que explotar la virtud propia, por lo que cada vez se hacen los partidos más y más aburridos… Como las ruedas de prensa de los entrenadores, repletas de frases típicas vacías de contenido. Por esa razón no me cansaría nunca de escuchar a Marcelo Bielsa, aunque su tono invita a una larga y placentera siesta de sábado tarde…
¿Prefieres la belleza del juego? ¿O te centras en el éxito del resultado?
photo credit: Phototravelography Attack on the Italian city of Genova via photopin (license)
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