¿Aplicas lo aprendido en el momento más inesperado?
A lo largo de mi vida académica memoricé infinidad de datos, la mayoría de los cuales vomité en la primera papelera que encontraba al salir de cada examen. La cosa cambia cuando se trata de alguna especialidad que te apasiona, en mi caso el deporte. En esa tesitura, la receptividad y capacidad de retener información es infinita. A veces me llego a maravillar de la cantidad de anécdotas y chorradas que uno es capaz de almacenar en su mente y que, en el mejor de los casos, sirve para ser un máquina del Buzz Deportes.
Pero hay conocimientos que a priori no sirven para nada pero que, en el momento menos pensado, te pueden salvar de un a puro. Dentro de mi rutina de entrenamiento, Alex me introdujo en el mundo de los ejercicios de propiocepción. La verdad que, desde el primer día, no me sedujo nada y lo encuentro un rollazo, pero acepto hacerlos cada vez que toca.
En mi salida de ayer, esos ejercicios me salvaron de una lesión. Me encontraba en medio de un entrenamiento que combinaba subir y bajar cuestas con correr en plano. Al final de una larga recta -en la que iba por debajo de 4:30 el kilómetro- pisé una superficie de asfalto irregular y noté como se me torcía el tobillo izquierdo hacia afuera. Pero de forma refleja y automática el pie se bloqueó, soportando toda la presión del cuerpo con mi zona lateral externa. Fue como un dique que contiene el empuje de un río, impidiendo que se desborde. Lo que hubiera sido un esguince casi seguro se acabó convirtiendo en un susto que no me va a impedir seguir corriendo…
¿Aplicas tu sabiduría de forma refleja? ¿O a eso se le llama simplemente potra?
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