¿Los futbolistas son extraterrestres?
Enésima gira exótica de La Roja para mostrar, con orgullo, su estrella de campeona. Generalmente tienen poco valor deportivo y generan, además, importantes resquemores entre los clubes que ceden los jugadores. En esta ocasión, el partido ante Guinea Ecuatorial servirá para estrenar el nuevo equipaje, más apasionado que nunca, que lucirá España en el Mundial de Brasil.
Y de paso ha generado un torbellino político y humanitario de consecuencias imprevistas por parte de la Federación. Y en el ojo del huracán está Teodoro Obiang que, desde su golpe de estado en 1979, se ha perpetuado en el poder. Gracias a informes de Naciones Unidas o Amnistía Internacional, seguro que no será recordado como «Teodoro el Bueno».
Intereses económicos y comerciales del Gobierno español, el no cobrar por el bolo (cuando esta práctica está siendo habitual en los partidos amistosos de la Roja) y el decidirse por criterios estrictamente deportivos (recordemos que la temible Guinea está en el puesto 119 del ranking FIFA, al lado de ilustres selecciones como Kenia, Líbano, Burundi o San Vicente y las Granadinas) han teñido el encuentro de un halo de misterio.
Todo el mundo se ha quitado el muerto de encima y comunican que allí solo van a jugar al fútbol, nada más. Los futbolistas, a todo esto, parecen una corte de autistas que se abstraen del entorno. Y como extraterrestres llegan con sus platillos volantes, juegan y se van -dando la impresión que si Guinea está mejor o peor, tampoco va demasiado con ellos.
¿Debemos comprometernos con el mundo que nos rodea? ¿Mejor pasar de puntillas ante temas controvertidos? ¿O hay que tomar partido, aunque puedas meterte en un jardín de espinas? ¿Mientras trabajamos dejamos la conciencia en casa?
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