¿Es tan importante?
Este fin de semana han confluido en el tiempo dos anomalías futbolísticas de difícil resolución por sí solas y que, combinadas, se elevan a la categoría de excepcionales. En España, el Atlético ha fracturado el duopolio nacional que comandaban Barça y Real Madrid sin compasión en los últimos seis años. En el país más al norte, el Lille ha conseguido una espectacular pieza de caza mayor en el coto privado en el que se ha convertido la Ligue 1, controlada al 100% por el multimillonario PSG.
Han sido inmensas alegrías para dos aficiones que no están acomodadas en la zona noble y exclusiva del triunfo eterno. Situaciones únicas y difícilmente vistas, como la alineación de Júpiter y Saturno, que no sucedía desde la Edad Media. Pero yo me pregunto, ¿tan importante es para la afición para saltarse las medidas sanitarias de distanciamiento social y mascarilla o incluso el toque de queda? ¿Para montar aglomeraciones gigantescas?
Cada día estoy más convencido de que el deporte en general y el fútbol en particular (unido a la carrera que iniciamos hace décadas -como pollo sin cabeza-, para ganar a cualquier precio) sacan lo mejor y lo peor de nosotros. Nos enloquece, para lo bueno y para lo malo; nos aparta de forma fulminante del término medio, lidiando siempre por los peligrosos extremos (fuera del alcance de la responsabilidad). E incluso la mala suerte le visita, en desgraciadas situaciones surrealistas.
¿Vale tanto la pena el fútbol para ponerte en peligro a ti y a los demás?
Imagen de Foundry Co en Pixabay
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