¿Necesitas soñar a lo grande?
Los sueños representan un mundo pasto de lo imaginario; pueden materializarse de una forma espectacular o quedarse simple y llanamente en un eterno plano de lo hipotético, si la determinación y las circunstancias no alcanzan para ello. Philippe Petit tenía «el sueño de conquistar escenarios espectaculares». Esa representación mental unida a un detallado y ambicioso plan, cristalizaron en 1974 en un viaje de 45 minutos sobre un cable de acero que unía las ya extintas Torres Gemelas de Nueva York. En cambio, existen otro tipo de ensoñaciones recurrentes que no dependen de ti, como la lotería de Navidad. Si te toca te cambia la vida, pero las probabilidades que tienes de ser agraciado son solo del 0,001%.
Pero en la vida no todo tiene por qué ser obligatoriamente épico, exuberante y espectacular, ni tampoco centrarse total y absolutamente en el azar. Hay sueños más modestos que te saben y llenan como una Mirinda bebida a pequeños sorbos en una tórrida tarde de verano (alerta spoiler, frase solo para cuarentones). Yo tenía uno que perseguía desde que volví a correr, tras dos años parado por voluntad propia. Ese logro lo materialicé en el entrenamiento del viernes pasado, cuando fui desde mi puesto de trabajo (en el Olímpic de Badalona) hasta mi casa corriendo. Una media maratón que me llevó por Badalona, Sant Adrià de Besòs, Barcelona, Hospitalet, Esplugues i Sant Joan Despí. Sueño cumplido!
¿Disfrutas con las pequeñas cosas? ¿O necesitas necesariamente soñar a lo bestia?
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