¿En tu casa viven el yin y el yang?

Parece mentira que todos los hermanos salgan del mismo sitio: El caso más paradigmático y surrealista lo viví en primera persona en una celebración veraniega en casa de mi amigo Josep. Nos unió, como a muchos de mis actuales amigos, el balón de cuero; aunque después lo acabó de rematar nuestra pasión común por el heavy metal. El es doble licenciado universitario y socio en un bufete internacional de abogados.
Marc, el hermano pequeño, parecía salido de una macrodiscoteca de tecno, con una apariencia muy dura y la cabeza rapada al cero. Fue una auténtica pena que se lo llevara tan joven un accidente de tráfico (tras esa fachada de enfado constante, habitaba un gran corazón). En cambio, el mediano, Lluís, con su cresta era la viva estampa de look alternativo. Aparte de sus diferentes estilos, a nivel de carácter cada uno era de un planeta diferente…
Este verano, en casa, convivo con la intensidad más plena y la desconexión total. Oriol se ha entregado en cuerpo y alma al deporte. Sale cada tarde de casal de hockey, a las cinco, moribundo, hondeando la bandera blanca, con los pies doloridos y con una ganas ingentes de pillar el sofá. En cambio Anna está disfrutando de este mes de julio con el lema «deporte cero»; es como si necesitara dejar la batería de su energía a cero para volverla a llenar con garantías a partir del mes de septiembre. Cada uno necesita un verano diferente para sentirse bien, aunque parezca mentira…
Imagen de The_Shire_Hobbit en Pixabay
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