¿Puedes vivir lo mejor y lo peor en unas pocas horas?
Ayer tocó ración doble de deporte. A las 11 de la mañana el equipo de Oriol jugaba el último partido de la primera vuelta, ante uno de los mejores equipos del grupo. Desde el primer minuto, el Jujol decidió operar como un buldócer que arrasa con todo lo que se pone a su paso. El equipo entero jugó a un gran nivel, desde el primer a su último integrante. Y Roger rayó la perfección, concediendo un solo gol a lo largo de los 30 minutos que duró el partido. Los pequeños han completado una primera vuelta fantástica, ganando 1-11. Pero lo mejor de todo es que, bajo mi punto de vista, el margen de progreso sigue aún ahí, presente (y las ganas de mejorar de los niños es tremenda).
Cinco horas más tarde estábamos a 100 kilómetros de allí, en Tàrrega, viendo a Anna disputar su encuentro de la tercera jornada de la segunda fase del campeonato. Y pasamos de lo mejor a lo peor de de la jornada en un abrir y cerrar de ojos (y no por el encuentro, que fue superemocionante y acabó con un ajustadísimo 54-57). Las alternativas se sucedieron en el último cuarto, y cuando las jugadoras visitantes iban a la línea de tiros libres apareció ese espíritu carajillero, tan nuestro, mostrado a través de gritos y ruidos para que las chicas fallaran. Fue tan cutre tal demostración de mala educación, que sentí vergüenza ajena. A medida que me hago mayor me molesta, cada vez más, la grada. Me encantaría ponerles precinto a los energúmenos que no pueden controlar sus emociones; al menos lo agradecerían mis oídos…
¿Sabes controlarte en la grada? ¿O necesitas sacarlo todo?
Imagen de Luisella Planeta LOVE PEACE 💛💙 en Pixabay
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