¿Te empecinas en hacer el ridículo?
El próximo mundial de fútbol se va materializando con la configuración de los 12 grupos de 4 equipos en los que se encuadrarán los 48 aspirantes al título. Desde las clásicas Brasil, Alemania, Países Bajos o España hasta las debutantes Cabo Verde, Curazao, Jordania o Uzbekistán. Cuanto más se amplía el catálogo de participantes, más se expande el abismo de niveles entre los mejores y las cenicientas. La FIFA y las televisiones contentas, ya que amplían su extensísimo radio de exposición global, pero el espectáculo en la primera fase se antoja bastante lamentable.
Otro aspecto bastante deficiente es el hecho que se haya hecho el sorteo cuando aún se tienen que jugar repescas para determinar los últimos seis participantes. ¿Tanto cuesta, en acontecimientos previstos tan a largo plazo, que se sepan todos los conjuntos nacionales participantes a la hora de determinar la primera fase y los posteriores cruces?
Pero lo más triste y tremendo de la ceremonia que se celebró en Washington -un chiste de muy mal gusto y muestra del descrédito que sufren muchas instituciones a nivel planetario (la FIFA y el actual gobierno de los Estados Unidos a la cabeza)- fue la entrega del Premio de la Paz a Donald Trump. Es algo tan ridículo e insultante, solo comparable a que le entregaran un galardón sobre el cuidado de la infancia a un pederasta. Ridículo infinito y mutua vergüenza entre premiador y premiado…
¿Existen galardones lamentables?

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