¿No dejas indiferente a los demás?
Esta Semana Santa, la muerte ha tenido más presencia de lo habitual. A la tradicional celebración del deceso y posterior resurrección de Jesús, se ha sumado la muerte sin sentido. La muerte sin sentido que ha acabado con la vida de más de 30 personas en Bélgica, pasto de la locura extremista en nombre de no se sabe bien qué. La muerte ilógica. La muerte ilógica que se ha llevado por delante a 13 jóvenes en un accidente de autocar. Porqué ilógico es que unos padres vean morir a sus hijas. La muerte que te da una vida extra, por caprichos del destino. Una vida extra que se ha ganado Fernando Alonso tras su estremecedor accidente en Albert Park. Y la muerte, en forma de enfermedad, que se lleva en silencio a un mito del fútbol, Johan Cruyff.
Era directo y de mecha corta. Así acabó su relación con Núñez, y con la fugaz medalla de presidente. Siempre que hablaba -tanto como jugador, entrenador, representando a su fundación o incluso como leyenda en el retiro-, subía el pan. Tenía un carisma, una gracia especial y un estilo propio que lo hacían único. Por lo que será recordado es por ser el abanderado de una naranja mecánica que revolucionó el fútbol pero que siempre se quedó en el segundo peldaño, con la miel en los labios. Marcó una época como jugador del Ajax y del Barça. Y dinamitó la dinámica de un Barça segundón, para sembrar la semilla de lo que es hoy.
Cuando mueres, tras el duelo y el luto de los seres más cercanos, van pasando los días. Y los meses, los años y las décadas… Y el recuerdo, teñido por el sepia del tiempo, marcará si la huella durará lo que la arena de la costa ante el envate de las olas. O si será eterna como la huella de un dinosaurio fosilizada…
¿Te preocupa dejar un legado para los demás? ¿O te centras en vivir sin pensar en el más allá?
photo credit: Ballbek Pantheon via photopin (license)
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