¿Te alimentan las raíces?
Nunca soñé con la élite (exceptuando algún partido esporádico en el Nou Camp, en sueños). Mi trayectoria deportiva, siempre en el plano amater, se debatió entre tres equipos. Mi primera experiencia fue con la Penya Barcelonista Les Corts, en el solar en el que actualmente se encuentra el tanatorio de Les Corts (donde antes había un campo de fútbol de tierra, obviamente). De aquella época guardo recuerdos de los viajes en el BMW del padre de Marcel (todo un lujo hace casi 40 años), una final en el Miniestadi en el que no jugué ni un triste minuto (al menos peloteé durante la media parte). Lo que realmente molaba era que llevábamos publicidad en la camiseta de Masters del Universo… Tras unos 3 ó 4 años, volví tarde de las vacaciones y ya no tenía plaza en el equipo.
De ahí salté al Mercat Nou, donde jugué 6 temporadas en dos ciclos diferentes (nos fuimos a vivir a Andalucía por el trabajo de mi padre y allí le di al baloncesto, más mal que bien, pero lo pasé genial). Todo se acabó cuando un nuevo entrenador me dijo, en septiembre, que no me iba a convocar hasta enero para ningún partido y que si me lo trabajaba mucho iba a empezar a entrar en las rotaciones entonces. Me vi con 20 años, en tercera regional… total yo jugaba para pasarlo bien.
Evidentemente pedí la baja y acabé en el Celtic (no el de Glasgow) en el que seguí alimentando mi pasión durante 14 años, hasta que llegó un día que me cansé de perseguir extremos a los que les doblaba la edad. Viví múltiples experiencias y compartí muchos momentos con infinidad de compañeros, eso que se denomina «hacer vestuario». Mi saco de anécdotas y vivencias se iba llenando a medida que pasaban las temporadas, germinando en un sentimiento de arraigo muy bonito.
Saumele Longo soñaba con llegar a la élite. Lo consiguió muy joven, y ahí sigue, aportando su grano de arena para devolver al Depor a primera. Es su decimosegunda cesión en 10 años, como una pelota de rugby que rebota descontrolada tras la mala salida de una melé. Y así es difícil trabar complicidades y sentirse algo más que un simple profesional del balón en busca de su sueño. Longo tiene un árbol gigantesco con unas raíces diminutas, y se le empieza acabar el tiempo…
¿Te basta con alcanzar tus sueños? ¿O lo prefieres hacer en la misma empresa durante muchos años?
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