¿Le pones números a tu motivación?
El equipo en el que juega mi hija encara la recta final de la primera fase de la competición. Tras una buena primera vuelta en la que acabamos con un balance de 5-3 -y en la que demostraron las niñas su gen competitivo, más allá de los resultados-, todo empezó a torcerse en la segunda parte de la competición. Es indudable que los grupos no tienen progresiones lineales, y más cuando se comparan con otros conjuntos constantemente. Puedes mantener el nivel y, si tus rivales lo bajan, estarás un punto por encima. En cambio puedes superarte y que el resto lo haga aún mejor, así que tu trayectoria en la clasificación irá a la baja. Es indudable que los colectivos pasan por momentos pico y estadios valle. Y las chicas se encuentran ahora en uno de sus momentos más bajos.
Tras perder el partido del fin de semana -que nos relega a la séptima posición y nos pone las cosas realmente cuesta arriba- hubo un detalle que me gustó y me demuestra que siempre es mejor mirar la botella medio llena. Anna, tras salir de la ducha me dijo: «Hemos mirado Mire y yo las próximas jornadas y aún tenemos posibilidades de entrar». La verdad es que dependemos de terceros y de una concatenación de carambolas, pero las matemáticas aún no dan al equipo por muerto (pasan los 5 primeros). Y me encanta que sea tan optimista y vea posibilidades donde otros no ven nada. Considero que en esta vida la actitud marca la diferencia, aunque sea en forma de guarismos…
¿Te agarras a pequeños elementos para ser optimista? ¿O si está complicado mejor no hacerse ilusiones?
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