¿Libertad de expresión?
Hay clásicos de ayer, de hoy y siempre. El caballo blanco del bueno de He-man y el negro del malvado Skeletor. La oscuridad y la luz del yin y el yang. Situaciones recurrentes que aguantan sin perder el color al paso de los siglos, adaptando su realidad a la situación específica de cada época. Una de esas batallas eternas es el de la libertad de expresión individual dentro de un colectivo. En el caso que trato hoy, se trata de la revisión de «la libertad de uno termina donde empieza la del otro» evolucionada y mutada en «la libertad de uno termina donde toca la riqueza del otro».
El Trek Segafredo ha suspendido a un prometedor ciclista de su equipo por su actividad y comentarios en redes sociales en favor de Donald Trump. Mostrar tu posición en temas polémicos y controvertidos pueden suponer la amenaza de internautas (que algunos acaban materializando posteriormente) que acaban salpicando a la empresa que te paga. La economía manda en el mundo de hoy día y la redes son un altavoz demasiado goloso para dejar en manos del azar. Y ahí siguen luchando la libertad de expresión individual y los intereses empresariales de las corporaciones. Y dentro de 7 siglos, en condiciones radicalmente diferentes, seguiremos debatiendo sobre este clásico.
¿El dinero amenaza la libertad de expresión? ¿O las opiniones individuales están por encima de las empresas a las cuales representan?
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