Mascherano se quitó la albiceleste y se vistió Bruce Lee
En una acción antideportiva, absurda e infantil, Mascherano perdió los papeles en forma de una doble coz. Pero el receptor de semejante lance no fue ningún jugador de Ecuador. El argentino dió una vuelta de tuerca a la ya tristemente célebre patada de Eric Cantona a un aficionado del Crystal Palace en 1995, a lo Hong Kong Phooey. Esta vez le tocó al conductor del carrito que lo conducía hacia la banda, lesionado. Poco importó el resultado y que Argentina siga primera de grupo en su objetivo de conseguir la clasificación para el Mundial de Brasil 2014. No contento con la expulsión, Mascherano tuvo que ser retirado por sus compañeros y llegó a encararse con la policía.
Tras una ducha que debió aclararle las ideas, reconoció rápidamente en la zona mixta su lamentable error y no eluyó responsabilidades. Pero la La FIFA no ha quedado satisfecha solo con el gesto y ha comunicado que ha abierto un procedimiento disciplinario contra el jugador por lo sucedido. Pero lo que sorprende e inquieta es que tras la disculpa de Mascherano no haya movido ficha la Federación Argentina.
¿Sirve el arrepentimiento sincero y la disculpa rápida ante un desafortunado acto en público? ¿Se debe ir más allá y sancionar al jugador como medida ejemplarizante?
photo credit: Dunechaser via photopin cc
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