¿Lo estamos llevando demasiado lejos?
Recuerdo que en mi época de niñez que los chicles que daban prestigio eran los Bang Bang y los Cheiw. A esta dupla se añadió, como competencia, el Boomer, cuya publicidad se basaba en un héroe que disponía de algunas de las cualidades propias de Plasticman (alargando sus piernas y brazos hasta casi el infinito). La evolución de las monodosis llegó con el rollo, que medía 180 centímetros. Así pasamos, de la explosividad y la emoción condensadas en una sola unidad, al empacho de estirar la ensaimada de azúcar, goma base y jarabe de glucosa hasta que nuestras ansias y estómago dijeran basta.
Bajo mi punto de vista, el fútbol va encaminado a ser un Super Cine Exin; el cine sin FIN. Empiezas el verano con JJOO y Eurocopa. Sigues con la Liga y los tres campeonatos europeos, y los trufas de parones para jugar la Nations League (sinceramente me he perdido y no sé ni para qué sirve). Las diferentes competiciones cada vez se amplían con más partidos. Y metes ahí, con calzador, la Copa del Rey. Para rematarlo, por si no hubiera bastante ya, te inventas además un mundial de clubes cuando acaba la temporada. Todo para seguir manteniendo el circo del fútbol como un 7-Eleven, los 365 días del año.
Y después nos extrañamos que los jugadores jueguen demasiados partidos y aumente el riesgo de lesiones. Parece que la fórmula para aumentar los ingresos pasa porque la bola no pare de rodar. O se amplían plantillas para adaptarse a este calendario suicida o el circo deberá poner las entradas más baratas para hacer menos funciones. Y todo pasa, irremediablemente por contener los sueldos de los futbolistas. Todo no se puede tener en esta vida…
¿Hay demasiados partidos? ¿Estarías dispuesto a jugar menos encuentros y ganar menos que ahora?
Imagen de Roman Grac en Pixabay
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