La paranoia te paraliza...
Del deporte del triatlón, bajo mi punto de vista, el segmento en el que juega un papel más importante la mente es la natación. Por la sencilla razón que en el agua, el sentido de la vista lo tenemos muy limitado. Además de tener los estímulos visuales muy mermados, no te comunicas con nadie. Y cuando ya tienes el ritmo cogido y la técnica interiorizada, pasa a tener un papel estelar tu mente. La mente es muy caprichosa y a veces endiablada, llevando tus pensamientos a imágenes que pueden llegar a paralizarte. Y si las paranoias te invaden, una tranquila travesía puede convertirse en una pesadilla, aunque solo se reproduzca en tu cerebro.
Yo nado habitualmente en la playa de la Barceloneta, en el Mar Mediterraneo, muy tranquilo comparado con los bravos océanos. Las gaviotas, animales indefensos en tierra adquieren unas dimensiones de molinos quijotescos cuando sobrevuelan tu cabeza… ¿Y si presas del hambre se les ocurriera abalanzarse sobre tu gorro rojo chillón, atacándote por la espalda? ¿Y si te diera una ceguera, aunque fuera transitoria, cuando estás a unos 150 metros de la costa? Siempre me imagino nadando mar adentro, hacia el horizonte, en un desesperado y absurdo intento de alcanzar la orilla…
A veces tocas algo con la pierna, parece que tiene textura de una bolsa de basura, pero a lo mejor ha sido una medusa. Y el susto que te da el efecto lupa de tus gafas cuando pasas por encima de un banco de rocas… Aparte que sientes que vas a chocar contra ellas, ¿qué pasaría si una anguila te mordiera la entrepierna?
Si dejas que estas imágenes inunden tu mente, pocas veces más vas a meterte en el agua. Solo tienes una opción: que tu mente abandone esa peligrosa espiral paranoica. Centrarte en tu brazada, vaciar tu mente y fundirte con el mar. Y si tienes la suerte que está anocheciendo, disfrutar de la puesta de sol, detrás de los edificios del litoral de Barcelona, desde tu palco VIP ultrasilencioso, a 150 metros de la orilla…
En nuestro trabajo, muchas veces nos enfrentamos a situaciones de incertidumbre que nos paralizan: el miedo que no venga gente a tu rueda de prensa, la vergüenza a que tu opinión sea rechazada en una reunión multitudinaria, que no le encaje una propuesta a tu jefe, o que determinada acción arriesgada tal vez no cuaje. La única solución es ponerse el bañador, las gafas y el gorro, liberar tu mente y luchar contra tus miedos…
¿Cómo luchas tú contra tus paranoias?
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