¿El deporte es política?
Hace unos días que los medios de comunicación están desconcertados. Lo que habitualmente tendría que ser una suave transición de la más inmediata actualidad a secciones veraniegas más relajadas e intrascendentes, se ha roto de cuajo. Las desgracias de la actualidad están salpicando el verano, más allá de ránkings de lugares turísticos, ocupaciones hoteleras, calidad de las playas o los habituales incendios.
En la Franja de Gaza y Donetsk el protagonista es el fuego militar, en forma de misiles, fusiles, soldados y muertos. Ambos conflictos armados se intentan extinguir como siempre: a distancia, con diplomacia, a base de palabras medidas y cautela… Nos hemos vuelto tan sumamente correctos que tenemos un gran nivel de discurso. Pero al pasar a la acción sacamos un muy deficiente en resolución de problemas.
La UEFA, temerosa que estas realidades puedan afectarle, manipulará los bombos para que no puedan haber enfrentamientos, en competición europea, entre equipos rusos y ucranianos. Además impedirán que se jueguen partidos en Israel. Cada vez más, todas las esferas vitales interaccionan y se retroalimentan -política, económica, social, deportiva-. Y cada vez es más difícil separar el deporte del resto de realidades que lo rodean…
Parece ser que está más que desfasada la frase que sostiene que el deporte no es política…
¿Mejor no tentar a la suerte y ser cauto? ¿O debería el deporte ser más audaz y utilizarse para superar las barreras?
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