¿Es más fácil llegar a lo más alto o jubilarse?
Hace unos días, en una reunión de trabajo con Roger Esteller -ex-capitán del Barcelona de baloncesto en los 90-, confesó que había un momento que especialmente echaba de menos en su etapa de baloncestista de élite. El momento en que en el último segundo tenía el balón. En el que miles de espectadores clavaban sus ojos en él. El instante en el que de sus manos salía el lanzamiento clave. El todo o la nada. Ganar o perder. Ese momento mágico en el que todo recaía sobre él, y que a la vez dependía solo de él. La adrenalina de la última canasta en un final de infarto. El deporte ofrece sensaciones muy amplificadas que cuesta encontrar en la vida postcompetición.
Lalo García, durante 13 temporadas vistió la camiseta del Valladolid. Jugó al lado de monstruos como Sabonis, Homicius, Corbalán o Oscar Schmitd. Fue ídolo y buque insignia del conjunto pucelano. Su ejemplo y entrega le hicieron merecedor de la retirada de su camiseta, el mágico número 5 morado. Hubo una caída, tras su retirada, de la que nunca se recuperó. La estafa de Fórum Filatélico abrió una herida muy profunda en su persona y ánimo. Perdió los ahorros propios, de su familia, amigos así como su trabajo y el de su mujer. Nada volvió a ser igual.
Su cuerpo, encontrado en el río Pisuerga -a cien metros del pavellón donde dejó su huella- parece una última llamada póstuma. Como si Lalo no quisiera apartarse nunca de su plenitud deportiva, cuando solo importaba la canasta y hacer feliz, cada fin de semana, a la afición del Valladolid.
Este ejemplo pone sobre la mesa, trágicamente y de forma extrema, lo dura que puede llegar a ser la vida del deportista de élite retirado cuando se enfrenta a las vicisitudes de su nueva vida.
¿Es más difícil llegar a la élite o adaptarse tras la retirada?
photo credit: 05.07.2012 Encuentro con jubilados en Ezeiza via photopin (license)
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