¿Jugarías al rugby con alguien diferente?
Mi carrera deportiva de futbolista aficionado (desde pequeño vi que tenía muchas más ganas y corazón que técnica y físico) discurrió entre dos equipos de Barcelona. El Mercat Nou y el Celtic. Siempre en segunda y tercera regional. Siempre en campos en los que las irregularidades y los deniveles eran la norma. Siempre en terrenos de juego de tierra, en los que el bote del balón era impredecible y que, cuando llovía fuerte, se convertían en barrizales épicos… Fue tal mi apego a la tierra que me retiré en verano de 2009 (un mes antes que convirtieran el campo de Andrade – Sant Martí en una impoluta superficie de césped artificial).
Mis años en el Mercat Nou -cuyo campo ya ha desaparecido, convertido en un ambulatorio- los compartí con una persona muy especial, Miguel. Era el que llevaba el agua para refrescarnos cuando nos habíamos rebozado en la arena, pasto de alguna falta. Estaba en el banquillo, siempre atento a lo que sucedía. Casi 30 años más tarde, cuando lo veo en el Nou Camp o me lo he encontrado por su barrio, siempre me da la mano efusivamente, como si hiciera tres días que no nos vemos: «¡¡¡Hombre Ivan!!!». Sonríe y hace un carcajada de esas que si no las vives es imposible que las puedas hacer. Y me pregunta por toda la familia. Tiene una memoria prodigiosa, de elefante.
Mi hija Anna, me pregunta porqué Miguel tiene esa cara tan peculiar. Yo le explico que cuando se formó en el vientre de su madre, una cosa en su interior salió diferente. Para mí Miguel no es una persona con Síndrome de Down, es simplemente Miguel. Por eso yo la portada del Sport del día 23 -en la que salía Neymar pidiendo perdón por su niñería en la Copa América- la hubiera sustituido por una foto del Vitoria Escor Gaztedi Down Araba. Un equipo de rubgy repleto de personas especiales que se divierten y disfrutan del deporte de forma normal…
¿Tienen hueco en las competiciones «normales», equipos y personas con discapacidad?
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